La constancia.
Esa es, al parecer, la clave para conseguir un grupo fiel de lectores que siga tus reflexiones y tus vivencias en el periplo cotidiano por la ciudad nodriza.
En verdad pongo cuerpo y alma en cada uno de los posts, pensando que el que he escrito es lo mejor que he hecho, o que al menos, doy lo mejor de mi mismo… y encima, cuando pulso «Publicar», me veo en la obligación de hacer algo aún mejor para el próximo.
Lo malo es que de momento, no encuentro recompensa.
Necesito alguien que opine, que esté de acuerdo… o que discrepe, qué mas da.
El caso es ver que alguien se interesa por lo que escribes, que está mal que lo diga yo, pero creo que no es tan malo.
A veces flaquean las fuerzas, porque parece que todo tu esfuerzo intelectual es estéril ya que los posts se pierden en la línea del tiempo sin un triste comentario, alguien que diga que lo tuyo le ha calado, que está genial o que es una puta mierda.
Y sinceramente, y aunque suene ególatra y fanfarrón, creo que esos posts no se merecen eso. Ni los míos ni los del fabuloso equipo que compone esta bitácora.
Ahora mismo mi sentimiento es similar a lo que narra la canción de Queen que suena ahora mismo por mis altavoces… «Somebody to love», hay una frase que se acerca con precisión matemática a lo que siento en este momento:
«I have spent all my years in believing you
But I just can’t get no relief, Lord! «
He gastado todos mis años en creer en ti
pero no puedo conseguir la recompensa, Señor!
Eso es lo que pasa en mi cabeza ahora mismo al ver el blog, desangelado, sin vida… solo frases y pensamientos profundos, a la par que inertes.
Así que si por un casual de la vida, te encuentras con este espacio, por favor, deja tu huella, di algo, habla, escribe, discrepa, reflexiona… pienso mimarte como a un niño, puesto que no hay nada más bonito para un blogger que poder sentir la satisfacción de que alguien, en un momento dado, ha dedicado una fracción de su preciado tiempo para leerte.
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