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Sol otra vez,
en los días que se escapan como aquellos caballos que corren salvajes por la colina,
como la órbita que describe alguna sonda exploradora en algún planeta conocido del cual no se sabe nada,
esperando las buenas noticias que hagan asimilar mejor los rayos del sol, otra vez.
Mezcolanza de sensaciones en el invierno que se va,
río que baja lleno tras deshielos de emociones y sentimientos encontrados que se quedan guardados en la sección de objetos perdidos,
contradicción que se retroalimenta con los devaneos de la mente que son potenciados con sueños, con cerveza, con cigarrillos con marihuana,
haciendo tan agradable la sensación de sentir el sol, otra vez.
Sol, otra vez,
ciclo vital repetitivo, la estación de la alergia en estado lisérgico, ritual de lo habitual que se hace tan necesario…
Mientras miramos al cielo, contemplando Venus en la noche, sintiendo el sol, otra vez.
Extrañas lunas gigantes y naranjas reflejadas en aguas rápidas pero tranquilas… reflejo de luz en la sima de un pozo bajo las arcadas de un puente de piedra casi milenario…
De ritos y leyendas, de sentimientos a flor de piel tapados por prendas que actúan como mantas élficas de invisibilidad.
Sol otra vez. Algo cambia, a pesar de los años.
Sol, otra vez… por fin.
Escuchando:
Here Comes the Sun – (The Beatles)
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